Blogia
El regreso de ENOL

iNcISos

Para ti ... una cometa

Para ti ... una cometa Mi muy querido hombre... ¿Esta es la primera vez que te llamó así, verdad? Ya, si lo sé y es totalmente improcedente pero es que ocurre que tengo algo muy importante que decirte. Espero que observes desde el principio que te estoy tratando de tú y no de 'usted'. Así que piensa que esto va por ti y no por otro, no por nadie. Ya te digo que nunca te he mentido... aunque puede, lo reconozco, que hubiera debido hacerlo para que ahora no te costara tanto trabajo creer en mí pero es que las mentiras son mazmorras y no fue esa la penumbra en la que yo quise vivir...

Y lo que yo necesito con tanta urgencia decirte es precisamente eso mismo, que no deseo para ti, lo que de manera alguna quiero para mí y me es vital que sepas que por ese motivo, que si no lo es, debería ser la panacea de los motivos, que por ese motivo, y me repito: 'NO DESEO POR NADA DE ESTE MUNDO CONVERTIRME EN UNA PRISIÓN PARA TI'.

Así que por agradecerte el tremendo esfuerzo que hiciste el otro día por explicarme, pese a tu necesidad de no dar explicaciones nunca, como sientes y lo que sientes para que yo me esté tranquila... quiero pedirte que no te preocupes por mirar o dejar de mirar a nadie, o porque yo no vea lo visible o lo invisible... Es una pérdida de tiempo, porque he crecido lo bastante para darme cuenta de que si quiero verlo lo veré aunque sea mentira. Tú quizás no puedas evitarlo pero yo no permitiré que el miedo vuelva a ser mi amo... No sé si lo conseguiré pero te juro que va a tener que luchar contra mí a muerte para lograr esclavizarme de nuevo... Y además creo que tú ya sabes que no existe detalle alguno que a mis ojos y relacionado contigo pueda pasárseme desapercibido. Así que aunque hicieras lo imposible no podrías evitar nunca el romper mi frágil equilibrio. Y esa mi muy querido hombre es la condena que yo no quiero para ti. Creo que había sucedido que he olvidado lo frágil que un día fui, lo frágil que aún, a día de hoy, soy... Fíjate, me di cuenta el otro día cuando vi al pasar sin parada, a aquella palmera indiana detenida muerta en la carretera y que extraña visión se había quedado en pie, erguida, con sus hojas de palma del mismo ocre parduzco del tronco e imperturbables al viento como si fueran los vuelos de las gasas del vestido de una lánguida estatua de fría piedra... Me dio la sensación de que como nadie la había informado de que se había muerto, se había convertido en un fantasma de palmera sin saberlo siquiera.

Si una debe aspirar a algo contigo o sin ti, aspiro a ser libertad. Quiero ser tomada como un desacato y no como una cadena perpetua. Mejor aún, si pudiera elegirse en la vida como se quiere ser para otro, querría ser para ti cometa, como una cometa de azul cobalto charol. ¿Has visto a los niños volarlas? ¿Recuerdas lo que sentiste si la volaste tú? Era emocionante, ¿verdad? Yo una vez vi a una pequeña en una playa. Era aún tan pequeña que su padre tenía que volar la cometa por ella porque la cometa casi parecía querer llevársela. Ni siquiera fui capaz de distinguir de entre ellos a cuál de los dos, en aquel momento de gozo, se le incendiaba la mirada más de ilusión. Había una magia especial creciendo entre ellos y Elena, que así se llamaba la pequeña, Elenita como nuestra conserje, preñaba aquella playa mía, llena de conchas vacías de caracolas del gélido domingo de invierno que vivíamos, de risas y alborozadas algarabías. Y eso quisiera ser yo para ti si en la vida una pudiera elegir, un instante fugaz de loca alegría en el cortejo oblicuo del sesgo de una mirada en el patio del amor, que no patíbulo ¿Oíste? Hay una diferencia inmensa pero una distancia mínima, minúscula, fragmentaria y agonizante ... y a eso aspiro, a que tenerme pueda ser en algún instante como rozar el cielo, como lo pasean las cometas de colas de colores de la mano de un hilo que el que pisa la tierra sujeta con fuerza y celo y no el hastío, ni la necesidad de esconderte para poder burlar mi vigilia y vigilancia y poder mirarte en un susurro robado de pista a pista y de caminata corta con otra mujer sea esta nueva que llegó justo en el momento indicado en que yo como siempre después de tu esperada llegada deserté. ¿Has conocido tú a algún niño que quiera perder para siempre su cometa? Yo no, pero no descarto que existan porque he conocido a un hombre que sólo es capaz de sentir desapego y que me asevera que siempre fue así. Sí, creo que el desapego es un sentimiento. Creo que es la ausencia elegida de sentimiento. ¿Acaso no lo practicas tú cuando presientes que el dolor emocional se aproxima inminente y no te ha tomado a traición? ¿Acaso ahora no soy capaz hasta de emularlo yo cuando sospecho que en breve se abrirá inevitablemente el hueco de mi estómago por el que asoma un infierno? ¿Acaso no corro a refugiarme en los sótanos salvadores de mi racionalismo cuando escucho la alarma antiaérea que avisa del bombardeo de próximas emociones lacerantes, del lapilli de mi volcán interior? Si fueran cenizas o bombas quizás me quedaría porque las cenizas se parecen a las mariposas y las bombas no sólo lastiman, matan...

He leído hace unos minutos la historia de un niño que se exoneró de toda pena el día que perdió en el cielo su cometa, hecha de plumas y papeles y huesecillos de un ave que murió entre sus manos y al que no pudo redimir del frontal choque con la blanca pared de un granero, tras imaginar en las horas que quedaban de luz de día mil improbables regresos...

En... a principios de diciembre del 2002

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Fue una carta que no llegué a finalizar. La escribí porque un día fui marioneta, maderas hilos y vestidos de papel, de ese hombre y ante la imposibilidad de cortar esos hilos que me unían a él... pensé en cambiar mi destino en eterno suspenso... por la posibilidad de volar